PRESENTACIÓN

 

INSTITUTO MARXISTA-LENINISTA-MAOÍSTA
DE LA ARGENTINA

 

 

Su primera actividad

* Con el curso de estudio del tomo II del libro El marxismo y la revolución argentina de Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario, iniciamos las actividades del Instituto marxista-leninista-maoísta de la Argentina. Este curso - que será el eje sobre el cual se desarrollará durante el presente año la actividad del Instituto- se llevará a cabo con actividades mensuales, correspondientes a cada uno de sus nueve capítulos, y será dirigido por su autor.

* La constitución del Instituto tiene como propósito contribuir a la defensa e integración del marxismo con la práctica de la revolución argentina, a su fusión con el movimiento obrero argentino y a su difusión; estimulando - como parte de esa integración- la investigación y el análisis de los nuevos problemas que enfrenta el movimiento revolucionario.

Las extraordinarias luchas actuales del proletariado y del pueblo que conmueven nuestra patria requieren, más que nunca, de la teoría revolucionaria de la clase obrera como un arma para garantizar su triunfo. En un momento caracterizado por el agravamiento de la crisis económica mundial desencadenada en 1997; crisis que las potencias imperialistas descargan sobre su propia clase obrera y, en particular, sobre los países oprimidos, como en la Argentina, agudizando los sufrimientos y el hambre de las masas populares a niveles desconocidos; pero también, como respuesta, un momento de ascenso de las luchas que estremece al bloque de clases dominantes. Luchas de los trabajadores, de los desocupados, de los jubilados, agrarias, del movimiento de mujeres y demás sectores populares, en cuyo fragor se desarrolla cada vez con más fuerza el clasismo en el movimiento obrero argentino.

* Existen distintas concepciones - con diversas manifestaciones- sobre el carácter de un Instituto marxista. Una, la revisionista, que falsifica a los clásicos, utilizando sobre todo para esto el argumento de una "relectura" de Marx. Y que - en sus distintas variantes- hace desaparecer, ataca o falsifica especialmente a Lenin y a Mao Tsetung. Que pretende borrar acríticamente la experiencia revolucionaria de millones de hombres y mujeres que dieron un gran paso histórico en la construcción de la sociedad socialista y denostar el papel de sus líderes, con lo que se impide la posibilidad de estudiar y aprender de esa experiencia forjada en la fragua viva de la revolución. Pretenden hacer pasar su revisionismo como "antidogmatismo", pretexto con el que niegan la necesidad de la revolución y la vigencia de la teoría científica de la clase obrera. Muchos que se autodenominan a sí mismos

"marxistas", y que están al frente de cátedras universitarias o de diversos Institutos también denominados "marxistas", se inscriben en esta corriente.

Una segunda corriente, la doctrinaria, conocida también como "marxista de cátedra", que no concibe la teoría marxista como una guía para la investigación y la acción revolucionarias, sino como un catálogo de dogmas desligados de la práctica social; y especialmente de la práctica de la lucha de clases.

Por último, la concepción revolucionaria, que estudia los clásicos en profundidad para integrar la teoría con la práctica revolucionaria de cada país, y parte siempre de las necesidades inmediatas y mediatas de la clase obrera y del pueblo, abordando creadoramente con esa guía científica los nuevos problemas que enfrenta el movimiento revolucionario. Esta última es la concepción con la que se fundamenta la constitución de este Instituto. En una situación política en que aparece como necesidad para una salida a favor de todas las clases y sectores oprimidos por sus enemigos históricos en esta etapa (el imperialismo, los terratenientes y la burguesía intermediaria), el desarrollo y la confluencia de sus luchas en un gran levantamiento nacional. Una gran pueblada nacional que permita constituir un gobierno de unidad popular que ponga en práctica de inmediato un programa mínimo a favor del pueblo, y permita al mismo tiempo abrir un curso revolucionario de liberación nacional y social en marcha ininterrumpida al socialismo.

* La teoría revolucionaria marxista surgió hace 150 años. No como un producto doctrinario de laboratorio, sino como un arma teórico-política del proletariado para su lucha revolucionaria al frente de todas las masas oprimidas para su liberación, y estrechamente ligada a su práctica social. Marx y Engels, sus fundadores, fueron grandes revolucionarios al servicio de una clase social: el proletariado. Se vincularon estrechamente con el movimiento obrero, que venía combatiendo desde hacía tiempo, y participaron activamente en las luchas revolucionarias de su época.

Tomando críticamente y desarrollando las doctrinas más avanzadas que la humanidad había producido en el terreno de la filosofía, las ciencias naturales y la historia, y que culminaron a principios del siglo XIX en la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico francés e inglés, Marx y Engels elaboraron científicamente su teoría. Las relaciones de producción capitalistas se venían desarrollando en una parte de Europa desde el siglo XVI, en su primera etapa de la manufactura. Hacia fines del siglo XVIII, con la revolución industrial inglesa, el capitalismo había iniciado su etapa de la gran industria, basada en la maquinaria y el sistema fabril. Este desarrollo ponía cada vez más al desnudo la contradicción entre el reino de felicidad prometido por la burguesía y la horrorosa situación de explotación y miseria crecientes de la clase obrera y las masas trabajadoras, que venían luchando largamente contra la opresión bajo distintas formas. Se desarrollaron importantes combates del proletariado, sobre todo en Inglaterra y Francia, agudizándose visiblemente la lucha de clases.

En estas condiciones, las investigaciones de Marx y Engels dieron lugar al nacimiento de la teoría revolucionaria que sentó las bases de la concepción científica de la historia, al descubrimiento y elaboración teórica de las leyes más generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humanos, sintetizadas en el materialismo dialéctico y en el materialismo histórico.

Marx dedicó gran parte de su vida a la investigación del modo de producción capitalista, descubriendo las leyes específicas que rigen su desarrollo, presididas por su contradicción fundamental: la que existe entre una producción crecientemente social y su apropiación privada capitalista.

Frente a las denuncias sociales y luchas de las diversas corrientes del comunismo y del socialismo utópicos, que repudiaban las calamidades producidas por el capitalismo pero sin encontrar una solución para las mismas, Marx demostró que es el propio régimen capitalista, con las feroces contradicciones que lo corroen en su desarrollo, el que crea la necesidad de su destrucción revolucionaria y las condiciones para la emancipación de la clase obrera; analizando la misión histórica de la clase que debe dirigir ese combate por su posición en la producción, y que sólo puede liberarse eliminando la explotación del hombre por el hombre, la sociedad de clases, creando así también las condiciones para la liberación de las grandes masas campesinas, de las grandes masas populares, y en definitiva de toda la humanidad. De allí la conocida expresión de Marx de que el capitalismo, al nacer, creó su propio sepulturero, la clase obrera. Y que ésta, al liberarse, en un proceso histórico, necesita liberar a toda la humanidad de las atrocidades que genera la sociedad de clases.

Marx y Engels se mantuvieron estrechamente vinculados con el movimiento obrero; dedicando su vida a la elaboración de su teoría, el socialismo o comunismo científico, que permitiese al proletariado alumbrar su lucha revolucionaria por el poder político; es decir, la lucha de clases por la destrucción del Estado de las clases dominantes y la creación de un Estado de nuevo tipo en la historia, la dictadura del proletariado, que reprima a la minoría explotadora - que lucha ferozmente durante un largo período para restaurar su dominación- y garantice la más amplia democracia a las masas populares trabajadoras. Un Estado de nuevo tipo, propio de un período histórico de transición, la sociedad socialista, que garantice la eliminación de la explotación del hombre por el hombre y las clases sociales, y permita avanzar hacia la sociedad comunista.

La teoría revolucionaria científica del proletariado se abrió paso en el movimiento obrero sobre la base de una gran lucha contra las ideas abiertamente burguesas existentes en su seno; así como contra el socialismo utópico, el socialismo pequeñoburgués y el anarquismo. En 1864 Marx y Engels participaron activamente en la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, conocida como Primera Internacional, que jugó en esta lucha un gran papel, así como en la unificación del movimiento obrero internacional. Y son conocidos sus análisis sobre la Comuna de París de 1871, cuando los obreros, por primera vez en la historia, tomaron el poder; una experiencia que - aunque fue derrotada- permitió un salto en la teoría marxista del Estado. Y esta derrota, lo mismo que la de la Revolución de 1905 en Rusia - cuando surgieron los soviets- , sirvieron de abono para la semilla que germinó en la Revolución Rusa de Octubre de 1917.

Contra posteriores simplificaciones del marxismo en el seno del movimiento revolucionario, tiene importancia subrayar la definición realizada por Lenin en El Estado y la Revolución: "La doctrina de Marx es un resumen de la experiencia, iluminada por una profunda concepción filosófica del mundo y por un rico conocimiento de la historia".

La teoría marxista guió y alumbró diversas revoluciones de este siglo, y en particular las dos gigantescas revoluciones del siglo XX: la Revolución Rusa de 1917, liderada por Lenin - que abrió una nueva etapa en la historia de la humanidad- , y la prolongada Revolución China, liderada por Mao Tsetung, que triunfó nacionalmente en 1949.

Ambas revoluciones probaron la validez de la teoría marxista, así como la validez de la teoría de Lenin sobre la etapa imperialista del capitalismo, la etapa del capitalismo monopolista, como la última etapa de su desarrollo. Desentrañando que, por su carácter, esa etapa había abierto una nueva época revolucionaria en la historia de la humanidad, "la época del imperialismo y las revoluciones proletarias", con las que confluían las revoluciones de liberación nacional de los países oprimidos por el imperialismo. Definición y análisis de la nueva época revolucionaria, que es uno de los más grandes de los aportes de Lenin al marxismo; así como su prolongada lucha por la restauración de la teoría marxista en todos los terrenos, contra su degeneración por el revisionismo imperante en la Segunda Internacional.

A su muerte, Stalin, si bien con errores que los propios revolucionarios marxistas señalaron, defendió el leninismo y dirigió a las masas obreras y campesinas soviéticas, venciendo tremendas dificultades y padecimientos, en la construcción del socialismo; que en un breve período histórico logró demostrar su superioridad sobre el capitalismo y fue la fuerza principal que aplastó al nazifascismo.

Mao Tsetung defendió y desarrolló creadoramente el marxismo-leninismo, integrándolo con la práctica de la revolución china. Dirigió la revolución en el más grande país oprimido por el imperialismo y de mayor población del mundo, destacándose, entre sus grandes aportes al marxismo-leninismo, el desarrollo de la teoría de la guerra revolucionaria, la teoría de la revolución de Nueva Democracia y - su principal aporte- la teoría de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado.

Los grandes desarrollos del marxismo son los aportados por los máximos líderes políticos de estas dos grandes revoluciones: Lenin y Mao Tsetung. Ambos desarrollos estuvieron estrechamente ligados a la experiencia práctica revolucionaria y a un estudio profundo de los cambios operados en el desarrollo histórico mundial y en las particularidades revolucionarias de cada país, y constituyen aportes de validez universal al desarrollo del materialismo dialéctico y del materialismo histórico. De allí nuestra convicción profunda de que para ser consecuentemente marxistas debemos reconocer los aportes teóricos de Lenin y de Mao a la teoría de Marx. En esto se fundamenta el nombre de nuestro Instituto.

Al producirse las derrotas de las dos grandes revoluciones - de la rusa en 1957 y de la china en 1978- y restaurarse en ellas el capitalismo; y al cerrarse, con esta última, la etapa revolucionaria abierta con la Revolución de Octubre de 1917, se produjo una gran ofensiva reaccionaria imperialista y socialimperialista contra la teoría revolucionaria marxista para negar su validez o falsificar sus tesis nodales. Desarrollándose la tesis de su "fracaso", ya que habrían desaparecido "las pruebas" de su validez histórica.

Con la caída del Muro de Berlín a fines de 1989 y el colapso y disolución de la URSS a fines de 1991, se profundizó una gran ofensiva reaccionaria mundial de confusión sobre qué había caído en realidad en los países del Este. Ofensiva que afirmaba el fin de las ideologías, de la historia y de la lucha de clases. Con lo que se pretendía demostrar que el socialismo - guiado por la teoría revolucionaria marxista de la lucha de clases- era imposible de construir, y menos aún de arribar a la sociedad sin clases. Confusión a la que aportaron fuertemente todas las corrientes revisionistas, que negaban la restauración del capitalismo en esos países en 1957 y en 1978. La brutal represión en la Plaza Tienanmen en China, en junio de 1989, puso al desnudo la realidad de la restauración del capitalismo en ese país, y abonó también la ofensiva contra el marxismo-leninismo-maoísmo.

Sin embargo, también en este combate, el marxismo-leninismo-maoísmo demostró ser la única teoría que permitió desentrañar las causas más profundas de la derrota de esas revoluciones, de la primera oleada revolucionaria dirigida por el proletariado en el siglo XX. Fue la teoría de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado, elaborada por Mao, la que alumbró la revolución que se llevó a cabo en la República Popular China durante 10 años, entre 1966 y 1976, la Revolución Cultural Proletaria.

Gracias a esa experiencia revolucionaria y a la teoría de Mao - que ya a principios de la década de 1960 desentrañó la esencia de lo sucedido en la Unión Soviética, habiendo encabezado desde 1956 la lucha contra la ofensiva revisionista mundial con centro en Moscú- , los revolucionarios comunistas del mundo no quedaron en tinieblas sobre las causas más profundas de esas restauraciones. Y se esforzaron en estudiar esas experiencias y luchar contra la ofensiva reaccionaria contra el marxismo, para poder estar a la altura de las nuevas oleadas revolucionarias que se desatarían inevitablemente, como producto de las tres grandes contradicciones que corroen al sistema capitalista imperialista mundial, opresor de la inmensa mayoría de la humanidad.

Efectivamente, eso aconteció. En esta nueva situación, en que se agudiza la crisis económica mundial de superproducción relativa desatada en 1997 y crece el auge de luchas obreras y populares a nivel mundial, así como la disputa interimperialista, se demuestra cada vez más claramente la vigencia del marxismo-leninismo-maoísmo como teoría revolucionaria científica del proletariado. La única capaz de alumbrar sus luchas al frente de todas las masas oprimidas, y para que esos combates puedan desembocar en revoluciones liberadoras y proletarias. De allí la lucha feroz para negarla o falsificarla.

* Es por eso que nuestra primera actividad es el curso sobre el libro El marxismo y la revolución argentina. Un ejemplo vivo de la integración de la teoría marxista con la práctica de la revolución argentina. En este libro están esclarecidas las grandes polémicas del período de fundación del Partido Comunista de la Argentina y de los Partidos Comunistas de América Latina, y de su interrelación con la Revolución Rusa y la III Internacional. Polémicas que tienen total vigencia y cuyo nudo se podría resumir hoy en el carácter de la revolución en la Argentina y en los demás países de América Latina, como países oprimidos por el imperialismo; así como en las estrategias y tácticas, en la vía y los caminos de la revolución en nuestros países. Una investigación que demuestra la importancia de la teoría marxista-leninista-maoísta como teoría científica para guiar la investigación histórica, en polémica con las corrientes ampliamente predominantes que niegan la existencia de leyes generales y específicas del desarrollo social, y por tanto niegan la posibilidad de un conocimiento científico de la realidad social e histórica.

* En el desarrollo del Instituto aspiramos a realizar, tanto en forma central como regional, cursos de estudio de los fundamentos teórico-políticos marxistas-leninistas-maoístas, ciclos de charlas-debate, mesas redondas, jornadas de estudio y debate, apoyatura a los grupos de estudio que se constituyan, seminarios, etcétera. Así como a articular y potenciar las investigaciones y estudios hoy existentes en los distintos campos sobre esa base teórica, estimulando el abordaje de los nuevos problemas que surgen como necesidades de la lucha política revolucionaria en el terreno nacional y regional, y de los vertiginosos cambios en el mundo contemporáneo.

Consejo de Dirección del Instituto marxista-leninista-maoísta de la Argentina: Otto Vargas, Rosa Nassif, Carlos Echagüe, Miguel Rubinich, Eugenio Gastiazoro, Rafael Gigli, Susana Valerdi.

Director: Carlos Echagüe.

Directora adjunta: Susana Valerdi.

Buenos Aires, 17 de abril de 2001

 

 

Sede provisoria: Pichincha 165, 2º piso, Capital Federal.

Tel: 4954-1907. Fax: 4954-1903.

Correo electrónico: mlminstituto@yahoo.com.ar.

Fecha y horario del curso sobre TEORIA MARXISTA DEL CONOCIMIENTO

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